9/21/2008

REFLEXIONES

PRACTICA SONORA, PRACTICA ARTISTICA

En mi experiencia artística profesional he venido desarrollando de manera continua una serie de exploraciones conceptuales, creativas y performáticas en entorno al campo de lo sonoro
[i].

Esta propuestas, desarrolladas en diversos ámbitos expositivos, tanto formales como no convencionales, se han manifestado a través de una serie de trabajos plástico-sonoro, obras artísticas cuyas piezas han interactuado en el tiempo y en el espacio de aquellos que experimentan la percepción de lo sonoro tanto de manera directa como de manera interactiva, multimediática e, inclusive, en entornos virtuales de percepción, bien sea en la Internet o en otros soportes digitales de información. De allí, los desdoblamientos del fenómeno sonoro han encontrado su materialización en instalaciones, acciones y performances, interpretaciones sonoras, videos, entre otras manifestaciones e interacciones, y en ellas identificó dos líneas de trabajo necesarias para la consolidación del proceso de investigación artística cuyo objeto redunda en la búsqueda de nuevos espacios para la creación, circulación y divulgación artística.


1. Lo sonoro:


Es el redimensionamiento de nuestros tiempos de transformación. La acumulación propia de las estéticas visuales y de las auditivas, desde las primeras pinturas y grafismos o los primeros cantos, ruidos, gritos y suspiros hasta nuestro tiempo, el tiempo histórico de la preeminencia de la imagen, de los medios masivos de comunicación y de la publicidad, se han arraigado en nuestra cultura, hija de occidente, generando para sí mismo sistemas complejos de enmascaramiento, de ocultación y de negación. Las músicas clásicas protocolizaron el universo sonoro, lo confinaron al estudio de unos pocos sonidos. La imagen, desde la plástica, se ha concentrado en el estudio de lo visual, agotando todo tipo de recurso para este fin.

En los umbrales de la interacción imagen – sonido se perciben los efectos de la escisión visual – audible. Por un lado, la negación del paisaje sonoro y de éste como producto de las transformaciones culturales, sociales y tecnológicas desencadenó en contaminación sonora (ruido vital). Por otro lado, el marcado interés por el mundo retiniano ha desequilibrado la capacidad sinestésica de nuestros sentidos, negando la posibilidad cultural de interrelacionarnos con el oído y de considerarlo, dentro de la noción cultural de cuerpo, como un órgano mayor.

A pesar que, desde el siglo pasado, surgen de manera frecuente formas particulares de arte, emergentes ellas desde las artes visuales, la música, el teatro y la danza, y más recientemente, desde las nuevas tecnologías y soportes de la información y la comunicación, las cuales han buscado dirimir divisiones en las maneras particulares de pensar y crear de las artes, la cultura auditiva en nuestro contexto sigue siendo consolidada mayoritariamente por los procesos que viene gestando la música formal, entre estos, la etnomúsica en Colombia, cuyos métodos, utilizados para la reflexión, la creación y la enseñanza de la música, muestran una actividad mental que, prioritariamente, crea relaciones, pero olvida lo fundamental: el sonido.

Dicha preeminencia hegemónica, esa lectura basada en estructuras armónicas reguladas, difícilmente articula exploraciones del fenómeno sonoro gestadas desde otros intereses disciplinares y otras formas de apropiación y manipulación conceptual. Esta carga ha hecho que, desde las otras disciplinas artísticas, no se hayan contemplado otras formas de sonido distintas a las armónico–melódicas. No es por lo tanto, extraño la escasa producción y representación que hace nuevo este espacio para la creación artística.

2. Practica artística como práctica social:

El imperio de la conciencia, el gobierno de la forma, y toda la literatura y la historia que se ha tejido en torno al desarrollo del pensamiento esteticista - formalista, han sido plataformas desde las que se han promovido procesos de deshumanización, procesos de concentración de poder, de manipulación de los saberes cuya incidencia se observa en los diversos contextos sociales donde fluctúa nuestro presente.

Plantear las prácticas artísticas como prácticas políticas, otorgarles posibilidades de propiciar transformaciones en los imaginarios y simbolismos propios de nuestro contexto social y artístico, es una motivación para accionar el arte desde los formatos propiciados por los acontecimientos: encuentros colectivos, dialogados, concertados, siempre horizontales.

El arte y sus manifestaciones contemporáneas, producto de las construcciones sociales y culturales, mira en la actualidad contextos como los rurales y los urbanos, buscan cifrar y descifra determinados territorios.

Para ello, y dentro de los intereses que mis proyectos propenden, establezco para la propuesta de investigación y creación plásticas las siguientes orientaciones:

Desarrollar procesos teórico-prácticos donde los medios utilizados dirección una noción de arte comprometida con el sentido de lo público y lo colectivo. Para ello seguiré profundizando sobre las condiciones de la inserción de la obra de arte en espacios tanto artísticos como extraartísticos, priorizando iniciativas que se muevan en un eje de especialización – contextualización.

Este eje tiene como conceptos rectores las nociones de lugar y comunidad, un compromiso reflexivo con la responsabilidad pública de intervenir sin afectar reactivamente contextos, saberes o tradiciones propios de nuestra diversidad cultural y una intención directa de vincular diversas comunidades en el desarrollo de las estrategias de creación, circulación y apropiación del hecho artístico.


[i] El término alude al conjunto de investigaciones, tanto académicas como de creación-investigación, que tienen por objeto de estudio el sonido y sus posibilidades no físicas, no musicales.